Ir al contenido principal

LOS DUENDES SOLIAN TENER NOMBRES





Autora: Mirian Sosa Diciembre, 2008

Si, los duendes suelen tener nombres, algunos son buenos y otros malos…los buenos viven en lugares hermosamente creados por la naturaleza, como aquellos que rodearon mi niñez y que describen colores, sabores y sonidos jamás reemplazables, que se conservan en la memoria y replican versos, dibujos e historias que contar a los hijos, nietos…propios y de la patria…lugares como los bosques de Chaparro (especie de árbol en la actualidad en extinción) que poblaban nuestro Barrio y que en compañía de los imponentes Cañafístolas, Caracaros, Samanes, resguardaban las nacientes de agua, ojos de agua o manantiales que alimentaban a los pobladores y alegraban a los Duendes, especies sobre naturales que convivían con la naturaleza y siempre contaron con la complicidad de los hombres, mujeres o niños (as) que podían verlos y oírlos, no solo se convertían en cómplices sino que llegaron a crear pactos para resguardar los ambientes…la abuela Delfina contaba que un día llegaron unos señores, ella decía que “brujos malos”, queriendo hacer trabajos en las nacientes y sanjones…pero no pudieron porque los Duendes no los dejaron. Contaba también el Tío Pilar, que a los manantiales solo se podía ir en horas de la mañana, porque pasado el medio día ya los Duendes rondaban el lugar y no les gustaba oír groserías, ni ver cosas malas y que era mejor no molestarlos cuando ellos hacían su trabajo…


Un día le pregunté al Tío Pilar, cual era el trabajo que hacía los Duendes, contestándome: tu vez, esos árboles hermosos, esas deliciosas y nutritivas frutas, la dulce y cristalina agua que brota de los ojos de agua y haz oído el trinar de aves como el turpial, arrendajos… púes, ese es el trabajo de los Duendes, cuidar que todo esté en orden… y sabes otra cosa, los Duendes suelen llamarse según el trabajo que realizan y es por eso que hablamos de los Duendes del Agua, El Duende del Caracaro, El Duende de los Cañafístolas… lo interrumpo, para preguntarle:¿ y usted ha visto a los Duendes…? en ocasiones contesta, rascándose la cabeza,… ¡Si¡ afirmó para volver a preguntar: ¿ y como se llaman? , bueno… los he visto en el Conuco… y un día uno me preguntó si sabía del turpial y los azulejos que se habían perdido días atrás,… no supe que responderle, el sonrió y desapareció…claro no pude responderle… esos pájaros mi mamá los había encerrado en una jaula, y el duende podría castigarla por privarlos de libertad… me imagino que ese duende se llamaba Duende Guardián de los Pájaros, contesta al final…
Cuando nos mudamos del Barrio, tenía ya doce años y comenzaba mi bachillerato, nos fuimos a vivir a una urbanización recién construida (Baraure)…para mi asombro y regocijo, había sido construida en un lugar naturalmente virgen y que conservaba un hermoso bosque, donde pudimos seguir conviviendo con árboles, pájaros y los Duendes, lo atraviesa la Quebrada de Araure, muy cerca, pocos metros de mi casa, les hablo del lugar que ahora es llamado Parque Musiú Carmelo, un símbolo más de quienes siempre han ostentado el “PODER” y se han creído con derecho a poseer nuestras voluntades y sueños… cuando llegaron al lugar los DEPREDADORES… lo convirtieron en una especie de club, colocaron cemento, cabillas y bloques y aún cuando no talaron árboles, corrieron a los Duendes y con ellos los sueños de una niñez…la desolación se hizo colectiva… ya los muchachos no podían bañarse en la quebrada, ni pescar sardinitas, ni recoger los frutos … los pájaros cambiaron el tono de su trinar y mudaron sus nidos a lo más alto de las ramas, para no ser alcanzados por el accionar de las piedras de quienes visitaban el Parque…Una obra más en nombre de un pueblo… decía mi padre: el pueblo inconsulto…nadie les preguntó si querían el Parque, mucho menos como querían que se llamara…las serpientes corrían hacía las casas, donde eran exterminadas, su habita había sido intervenido…pensé muchas veces, que en esas serpientes y aves que huían, estaban nuestros Duendes…pero ya no estaba el Tío Pilar, ni la Abuela Delfina, ni el Señor Vicente, para dar una respuesta, se habían ido a lugares distintos, los viejos cuenteros que hablaban con los Duendes, no se volvieron a encontrar y entre recuerdos y evocaciones fueron guardando la magia de los Duendes, en el lugar de los sueños, donde espera por el Dragón y el Arco Iris, para que derramen su lluvia con el agua de los manantiales y despierten así, los sueños de la Patria Nueva, donde florecerán los Guardianes que empuñaran fusiles de LIBERTAD, para que nunca más los Duendes tengan que huir…
Y fue así como descubriendo como solían llamarse los Duendes y luego del cuento del Tío Pilar un día en un descuido de la abuela Delfina abrí la jaula para que se escaparan el turpial y los azulejos…después, ni se diga, la abuela quería matar al osado que había soltado los pájaros…pero nadie se enteró del ejecutor de tal osadía y descubrí que ya era cómplice de los Duendes y les pedí que no le hicieran nada malo a la abuela…total, si los Duendes eran buenos, que maldad podría hacerle a la abuela…

Comentarios